La prostitución es un tema del que no se habla tanto como se debería, a pesar de su evidente importancia en muchos países latinos. Puede llegar a ser un problema en tanto que hay redes que involucran de manera forzosa a mujeres, e incluso a menores de edad, en este tipo de servicios. Pero mirar para otro lado no es precisamente la solución, puesto que así solo se consigue un efecto mucho más pernicioso para las propias chicas que, en muchas ocasiones, se ven obligadas por la necesidad. La situación de este oficio en Latinoamérica varía mucho de un país a otro, y es que tenemos desde naciones donde la prostitución es legal, hasta sitios donde está perseguida. Sin embargo, lo habitual es que las prostitutas tengan que trabajar ajenas a la sociedad, en lugares clandestinos, donde las fuerzas del orden no tengan acceso, para evitar problemas. Incluso en aquellos lugares donde la prostitución está regulada, esto resulta alarmante. Y es que la necesidad de encontrar un sustento hace que muchas chicas comiencen en este negocio, aunque no sea su trabajo ideal, ni mucho menos.
La forma de entender el sexo en Latinoamérica ha llevado a normalizar, al menos en parte, este tipo de transacciones. Los hombres no tienen reparo en pagar por estar con una mujer y recibir servicios sexuales de su parte. Se ve como algo tradicional, y aunque la prostitución sigue estando marginada, la sociedad no la persigue de manera tan rotunda como en otros países. De cara a la galería, y con la ley en la mano, la situación cambia, ya que en muchos países no se permite este oficio. Eso no significa que no se lleve a cabo, ya que hay prostitución prácticamente en cada ciudad de Latinoamérica, como la hay en casi todo el mundo. Aquellos que desean disfrutar de sexo a cambio de dinero encontrarán a las profesionales del placer, aunque estás no estén tan a la vista. Sabrán dónde buscar, dónde preguntar, para encontrar el lugar donde llevan a cabo sus servicios. Incluso ahora, con Internet, las cosas han mejor bastante y se ha facilitado este negocio.
Un oficio difícilmente regulable
En los últimos años se ha estado debatiendo muchísimo en torno a la necesidad de regularizar un trabajo como la prostitución. Y es que mirar para otro lado ya no funciona, y de hecho favorece las prácticas perversas de las organizaciones mafiosas que se aprovechan de estas mujeres con necesidades. La prostitución ha existido y seguramente existirá siempre, y como cualquier otro trabajo, debe ser regulado para evitar fraudes, esclavitud o discriminación.
Sin embargo, el tabú es tan grande en torno a este oficio que la mayoría de gobernantes prefiere desentenderse. Aquellos que sí que han decidido meter mano en el negocio se han encontrado con dificultades para proponer leyes justas que además puedan cumplirse. La regulación se propone, pero en la realidad, las mujeres no tienen tantas ventajas como se les prometen, y muchas prefieren seguir al margen.
Muchas siguen en la calle
En cualquier país donde la prostitución sea legal, lo primero que suele regularse es el sitio dónde puede llevarse a cabo la transacción de sexo por dinero. Y es que uno de los objetivos de los gobernantes que quieren regular este oficio es sacar a las mujeres de la calle. Hay quien defiende que lo hacen para salvaguardar su integridad y que dejen de estar tan expuestas. Muchos otros ven un intento por “esconder” este negocio, del que se siguen avergonzando. Sacar a las prostitutas de la calle puede ser una buen opción, pero no a cambio de encerrarlas en pisos en manos de las mafias. Por eso, las mujeres que se mantienen por su cuenta siguen trabajando de manera habitual en las calles, porque por tradición es el lugar donde más clientes van a encontrar.
Hay barrios con calles enteras dedicadas a la prostitución, donde cientos de chicas se apostan en cada esquina a la espera de los clientes. Los conocidos como barrios rojos son muy populares en las grandes ciudades latinoamericanas, y no cuesta demasiado encontrar información acerca de ellos. Las chicas salen a trabajar no solo por la noche, sino también de día, aunque suelen ser algo más discretas. Incluso en aquellos países donde la prostitución sigue estando criminalizada, las fuerzas del orden suelen hacer la vista gorda en estos barrios. Se permite que las mujeres sigan saliendo a la calle en busca de sus clientes, siempre que se mantengan en dichas zonas, como limitando este oficio a esas calles. La situación de la mayoría de estas prostitutas es penosa, sobreviviendo con lo poco que ganan en estos servicios.
Prostíbulos y burdeles clandestinos
Los burdeles son el otro gran lugar clásico donde podremos encontrar a estas prostitutas, más allá de la propia calle. Este tipo de establecimientos han existido desde tiempos inmemoriales, y solo han sido prohibidos en las últimas décadas. Antiguamente, las cantinas y tabernas contaban con un bar en la parte inferior, y varias habitaciones en la parte superior, donde las chicas podían llevar a sus clientes. Hoy por hoy se siguen viendo este tipo de locales, aunque las profesionales se guardan mucho más de ser tan claras en sus intenciones. Y es que en muchos países la prostituciónestá permitida, pero no en lugares como burdeles o prostíbulos. Se busca de esta manera que no haya una persona que se aproveche del trabajo de las chicas, sino que sean ellas mismas las que tengan el control.
Los burdeles siguen existiendo, a veces más obvios, en otras ocasiones algo más tapados, como clandestinos, para evitar suspicacias. De hecho, en los países donde la situación de la prostitución no está tan clara, existen clubes en los que hay habitaciones que se pueden alquilar por horas. Las chicas simplemente están en el club tomándose algo y esperando a que algún cliente requiera de sus servicios. Este debe pagar no solo a la chica, sino también la habitación. El gerente del local no se mete en lo que ambos hagan dentro de la estancia, y simplemente cobra por el “alojamiento”. Es una fórmula muy repetida en todo el mundo para sortear la prohibición de locales de alterne. En Latinoamérica también es habitual encontrar estos servicios sexuales en otros locales como salones de estética o de masajes.
Departamentos privados, la mejor opción
Gracias a las nuevas tecnologías, las trabajadoras sexuales tienen ahora mayores facilidades para conseguir clientes, incluso sin exponerse demasiado. Los anuncios online son una de las mejores opciones para poder seguir desarrollando su oficio de una manera eficiente y segura, sin tener que exponerse en la calle, o trabajar para otros en un club.
Las chicas se anuncian en ciertas páginas, siempre con descripciones cortas y sugerentes, y dejan su número de celular como método de contacto para los posibles clientes. Cuando estos llaman, ellas les citan en su departamento privado, donde se pueden llevar a cabo los servicios sin ningún tipo de problema. Esta fórmula está permitiendo que haya muchas más trabajadoras sexuales jóvenes en las grandes ciudades, ante la facilidad y el anonimato que ofrece.