Nos encontramos ante una pregunta habitual, que cada cierto tiempo salta a la opinión pública. ¿Es la pornografía verdaderamente dañina para los países o para las personas que participan en ella? Existe un gran debate en torno a estas preguntas. Lo malo es que muchos de ellos parten desde puntos de vistas poco objetivos desde un principio, como puede ser un partido político con una ideología muy concreta o una religión.
Si observamos desde un prisma meramente económico, es evidente que el porno es algo que genera mucho dinero. Tener a una serie de personas ante la cámara teniendo sexo reporta grandes beneficios, y con la proliferación de las páginas de streaming en esta última década la cosa va a más. Por lo tanto, no cabe duda de que para las personas involucradas en la industria se trata de una buena forma de obtener un sustento económico.
La industria del porno en Argentina goza de buena salud
Con la llegada de Internet muchas productoras se tambalearon, pero el avance en el desarrollo web hace ahora que sea más fácil la distribución de contenidos. En Argentina, por ejemplo, el productor de películas X Rubén Danilo se ha mostrado optimista en este sentido, y afirma que es mucho más fácil llegar a Europa ahora que con el sistema tradicional.
Sin embargo, ¿qué hay de las repercusiones psicológicas que puede provocar en los actores y actrices? Si leemos las declaraciones algunas de las pornstar más reconocidas del mundo, la mayoría de problemas vienen, no tanto por la profesión en sí, sino por las repercusiones sociales que eso conlleva. Las miradas por encima del hombro y los cuchicheos a su paso son lo que, poco a poco, van minando la moral de muchas de ellas.
Las secuelas y los estigmas sociales
De lo que no cabe la menor duda es de que las secuelas sociales repercuten de manera directa en las psicológicas. Por lo que algunas de las personas que trabajan en este sector acaban experimentando este tipo de problemas. Sin embargo, hay otro gran número que es capaz de llevarlo bien, como la brasileña Gina Valentina o la célebre colombiana Esperanza Gómez, que sigue en activo después de más de 12 años de carrera.
Pero a pesar de que algunas personas sean psicológicamente más fuertes que otras, lo cierto es que existe cierto estigma social que provoca una cierta marginación de estas personas. La ex estrella internacional de la pornografía Bree Olson afirma que no se arrepiente de su pasado, pero aconseja a las nuevas generaciones que no entre en la industria, por los problemas descritos anteriormente.
¿Y qué hay de los jóvenes? ¿Produce este tipo de vídeos un efecto negativo en la mentalidad de las nuevas generaciones? Lo que sí debemos tener claro es que las películas pornográficas no deberían ser las encargadas de la educación sexual, y es aquí donde radica el problema. Si los chicos están bien formados y tienen las ideas claras, usarán estas películas con fines lúdicos y para aliviar algunas tensiones. Sin embargo, sí es cierto que se puede producir una cierta disfunción de la realidad, al igual que sucedería si no mandáramos a nuestros hijos a la escuela y les educáramos a través del cine de Hollywood.
No existen evidencias aplastantes para un lado o para otro que nos puedan indicar sobre los beneficios o consecuencias de la pornografía en latinoamérica más allá de lo obvio: en la parte positiva, ayuda a aliviar tensiones y genera cierta riqueza. En lo negativo, el estigma social que provoca en las personas que se ponen delante de la cámara. Esperemos que algún día podamos lograr el equilibrio necesario para que todo esté en orden.