En el año 2013, el Uruguay saltaba a las portadas de todos los periódicos del mundo. Bajo el mandato de su expresidente, José Mujica, se aprobaba la venta y consumo de madrugada en el país. Inmediatamente se alzaron voces a favor y en contra, en un debate en el que siempre hay grandes detractores y defensores.
El propio Mujica afirmaba que convenía hacerlo, más que nada, para luchar contra el narcotráfico, pero no defendía su uso. Se cumple más de un año desde que comenzó la venta en farmacias oficialmente, que permite hacerse hasta con 40 gramos al mes, por un precio mucho más bajo al del mercado negro, pero, ¿cuáles han sido los resultados durante estos años?
Cronología de un evento histórico
Los especialistas coinciden en afirmar que el experimento, como lo llamó el expresidente citado, ha resultado ser un éxito de momento. Ya en 2014 comenzaron a abrirse los registros para que las personas que quisieran pudieran comenzar con el autocultivo, lo que permitía producir un total de 480 gramos al año. Una encuesta llevada a cabo poco antes indicaba que más de diez mil personas estaban dispuestos a apuntarse en el registro para poder realizar la cosecha de manera legal.
Meses después se permitió la inscripción de los llamados “clubes cannábicos”, a los que se permitía tener cultivos que llegasen hasta las 99 plantas anuales, siempre y cuando realizara todo de manera cooperativa, con un máximo de 45 miembros. Pronto se dieron de alta más de mil locales de este tipo a lo largo de todo el país, aunque la gran mayoría en Montevideo.
La última etapa consistió en la venta legal en farmacias
Quedaba entonces la traca final, la guinda del pastel del plan de la legalización de la marihuana, que era el comienzo de la venta en farmacias. Ya en 2016 se establece la regulación específica para que la venta se lleve a cabo de la mejor manera posible por parte de estos establecimientos, pero no es hasta el año 2017 cuando comienza la venta al público. Se calcula que son 25000 los inscritos, cifra que asciende cada día, y que supone una quinta parte de los que inicialmente se registraron como compradores.
Durante las primeras semanas se organizaban enormes colas de gente, que en ocasiones no podían hacerse con su marihuana porque las farmacias se quedaban sin existencias. No obstante, poco a poco se fue puliendo el servicio, y actualmente apenas hay grandes problemas con las colas ni con el suministro. Se ha establecido un sistema por WhatsApp que avisa a los clientes cuando la mercancía está lista para que vayan a recogerla.
Se calcula que aproximadamente la mitad de los consumidores en el país ya lo realizan por los cauces legales, con lo que es fácil darse cuenta del daño que esto ha provocado a las redes del narcotráfico, que han visto descendido sus ingresos por estas sustancias de una manera muy notable. Se espera que, poco a poco, se vayan uniendo más y más usuarios. La mayoría de ellos son reticentes por la forma de control que ofrece el estado, ya que no quieren que su nombre quede inscrito en ningún fichero indicando esta información personal.
Veremos como evoluciona la situación en el país en los próximos años, y si otros lugares en el mundo copian el modelo uruguayo como medida para luchar contra el narcotráfico, y para asegurar un producto se cultive sin grandes riesgos para la salud.