Desde que el hombre es hombre, la religión y las creencias, sean las que sean, han sido importantísimas dentro de la sociedad y la cultura, llegando a un punto de dominación absoluto durante muchos siglos. La situación actual es distinta, al menos no tan extrema como cuando la religión estaba por encima de todo y de todos. Con el tiempo, las creencias religiosas han quedado relegadas al ámbito personal, que es donde muchos creen que debe estar. Los estados más avanzados suelen autoproclamarse como laicos o aconfesionales, es decir, no adscritos a ninguna confesión religiosa en particular. Sin embargo, la importancia de las creencias todavía es enorme en algunos lugares del mundo. Latinoamérica es un ejemplo perfecto de ello, y lo estamos comprobando en los últimos años.
Resulta curioso que el bagaje precolombino haya desaparecido casi por completo en los países latinoamericanos. Las creencias propias, las que tenían antes de que los españoles llegaran a sus tierras, han quedado olvidadas o relegadas a un plano muy secundario. La llegada de los europeos provocó la conversión de toda América al cristianismo, siendo Latinoamérica un eje católico por la influencia de españoles y portugueses, mientras que Norteamérica tendía más al protestantismo, por la influencia británica, holandesa y alemana. Hoy en día, los países latinoamericanos son una fuente indispensable de fe religiosa, y no solo a nivel personal, sino también social, cultural e incluso político. En muchos países como México, Colombia o Brasil, la influencia de la religión predominante se hace notar cada vez más en la vida de todos los ciudadanos.
¿Qué religión predomina en Latinoamérica?
El catolicismo sigue siendo la religión imperante dentro de Latinoamérica a día de hoy. Es cierto que la influencia que ejerce esta religión es cada vez menor en la vida pública, en detrimento de otra de las fes pujantes, el protestantismo, sobre todo en forma de Iglesia Adventista o Evangélica, que cada vez se está haciendo más fuerte en países como El Salvador, Honduras, Guatemala y sobre todo Brasil. El caso carioca, incluido dentro de Latinoamérica a pesar de contar con un idioma diferente y una cultura diferenciada, es paradigmático de hasta qué punto puede influir el tema religioso en la propia vida común de los ciudadanos de un territorio, incluyendo la política. Los latinoamericanos llevan sus creencias religiosas con orgullo y puede ser un factor determinante de voto, incluso.
Otras creencias religiosas
Existen, en menor medida, otras diferentes creencias religiosas en el territorio latinoamericano, como el judaísmo, el budismo, es islamismo y el mormonismo. Es cierto que la predominancia del cristianismo, tanto católico como protestante, deja en casi insignificantes al resto de creencia, y que de hecho, es mayor el número de ateos y agnósticos que el de creyentes en estas fes menores. También quedan algunos restos de creencias indígenas, aunque son cada vez más pequeños y se suelen llevar a cabo en comunidades restringidas, que siguen con sus mismas formas culturales y con sus modos de vida heredados de sus antepasados precolombinos. La mayor parte del territorio ha sucumbido al cristianismo, y es hoy por hoy la parte más importante de la creencia religiosa latinoamericana.
Religión como cultura
Si bien en Europa la religión es importante en muchos sentidos, al final los estados han decidido relegarla al ámbito más privado, para que cualquiera pueda tener sus creencias y desarrollarlas con total libertad. Se siguen celebrando actos públicos religiosos, como la Semana Santa en España, y las celebraciones de misas en honores a santos en los países con mayor tradición católica, como Italia o Irlanda. Sin embargo, el efecto de la religión ya no es tan contundente en la vida pública. En Latinoamérica, por el contrario, ese efecto si se hace mucho más notorio en la vida cultural de todos los ciudadanos, sean de la fe que sean. Los enormes templos bendecidos por los políticos, sabedores del caladero de votos que es la religión, están a la orden del día, y las aproximaciones de los gobiernos tanto regionales como estatales a los líderes y comunidades religiosas, con guiños continuos, son más que evidentes.
En Latinoamérica, la fe no es algo privado, sino público, como parte de la cultura, como parte de la propia forma de ser, de sentir y de entender el mundo de una sociedad. Por eso la pasión religiosa se vive de una forma mucho más ferviente en estos países, y se lleva a gala, incluso siendo algo peyorativo el no acudir a los oficios o el no participar en las fiestas religiosas de turno. Es una forma también de crear comunidad, el nexo de unión entre todos los habitantes de un barrio o de un lugar concreto, sean ricos o pobres, sean de una raza u otra. La religión tiene el poder de hacerles compartir espacios comunes y de entendimiento, y funciona como pegamento cultural y social en todo el territorio latinoamericano.
¿Cómo afecta la religión a la conducta de los ciudadanos?
La religión es una parte imprescindible de la vida en la mayoría de los ciudadanos latinoamericanos, una auténtica guía moral que les marca su comportamiento por completo. Se podría comparar con la situación que se vivía en Europa hace unos siglos, donde la religión marcaba lo que estaba bien y lo que estaba mal, a través no solo de los mandamientos, sino de las propias declaraciones de los párrocos, de los sermones, etc… El poder que la religión tiene sobre la sociedad y la conducta de los ciudadanos es brutal en esta región del planeta, ya que les afecta directamente, hasta sentirse entregados por completo a esas normas de fe.
La religión afecta de una forma directa incluso a la intención de voto, algo que tampoco debería estar dentro de las creencias religiosas. Es complicado que un candidato o candidata aparezca en uno de estos países sin adscribirse a una condición religiosa concreta, algo que en Europa, por ejemplo, no se suele hacer. En Latinoamérica todos deben saber de qué pie cojea cada candidato, hasta el punto de llegar a votarle solo por tener la misma fe religiosa. Evidentemente, esto también afecta a las relaciones entre personas, incluso a las relaciones amorosas, donde la religión también marca las pautas a seguir por los enamorados.